jueves, 26 de marzo de 2015

Picaporte.

Creía que el días más deprimente del año era el domingo de después de carnavales, pero he tenido el placer de descubrir que el lunes siguiente lo es todavía más. Todo el día sin poder abrir los ojos  del todo y procurando que no se cierren porque en cuanto lo haces las imágenes de lo vivido en las últimas sesenta horas aproximadamente son dolorosas cuando atacan de improvisto, y duelen porque el recuerdo es tan absolutamente maravilloso que odias no poder volver a él. 
No puedes volver a escuchar la misma canción tocada y cantada por los mismos músicos, ni en el mismo estado, no volverás a tirar un flamenco rosa por los aires, ni gritaras para quedarte sin voz, ni correrás de aquí para allá para no perderte ningún momento, pero tampoco volverás a dormirte en la misma posición, al menos no hasta dentro de un año entero.
 Y pensar en eso, en que el transcurso de un año sea demasiado largo me da fuerzas para poder seguir disfrutando de todo lo que ocurra hasta que vuelva a llegar un jueves lluvioso de carnavales y volvamos a prometernos que vamos a disfrutar de cada momento, que vamos a seguir a delante pase lo que pase, que vamos a crecer sin ganas de madurar, que vamos a encontrarnos al año siguiente en el sitio que haga falta para prometernos una vez más, un año más que seguiremos siendo amigas.

Y si un año me parece lo suficientemente largo es porque han pasado demasiados momentos, locuras y estupideces que lo han llenado de genialidades, que nos han hecho crecer, y ser mejores aun que pensemos muy parecido en las cosas importantes, pero que al fin y al cabo, como te prometía hay que crecer pero no madurar, o no hacerlo al menos como lo hacen algunas personas, y seguir sintiéndonos a gusto con nosotras mismas y con la gente que estamos, y pasar de los momentos que no nos inspiran y de las personas que nos desmotivan, y perdonar a nuestro pasado si alguna vez ha hecho algo que ahora no haríamos y prometerle a nuestro futuro que haremos lo que soñamos.

Por eso cuando me has preguntado que ha sido lo mejor lo he tenido que pensar mucho, creo que te he contado primero lo menos importante de todo, y luego he proseguido con forme recordaba unas cosas y otras, y ahora que te lo he contado todo te voy a contar lo mejor, después de nuestros estrafalarios bailes evidentemente, y he elegido este momento no porque me haya inspirado y mucho menos motivado, si no porque me ha hecho darme cuenta de que realmente la promesa estaba bien formulada. Y al igual que el año pasado cuando te prometí disfrutar hubo un momento que lo disfruté como ninguno hasta ese momento, que fue el primero pero no el ultimo, también he empezado a crecer sin madurar en este intenso carnaval.

Y es que estaba chillando “Picaporte” a los cuatro vientos mientras saltaba espantosamente en mitad de toda la gente que no se sabía mi canción y después mientras bailaba como solo tú y yo sabemos se me queda mirando el chico de los carnavales, el que olía raro, el que conocí los carnavales que me hice amiga tuya, amiga de todas, contra el que me empujabais y con el que empecé a hablar tontamente y al que pretendía entregar y de hecho le entregué mi inocencia y mi integridad, al que dejé que violara mis valores, de quien fui sumisa por pura ignorancia y estupidez, quien se rió de mi mientras yo creía que afloraban insectos rosas voladores en mi estomago y quien hizo correr rumores horribles sobre mí, “Mi basura” me atrevía a llamarle, sin saber que realmente representaba todos los desperdicios de mi personalidad, y a quien creía que no podía encontrarme y caer rendida ante él, cosa que solucioné hace mucho, cuando creí enamorarme de otro de sus amigos, pero ese es otro tema, que no me he tenido ovarios a solucionar.
Y resulta que hacía unas pocas semanas había leído que para crecer y conseguir tus metas, triunfar y demás había que perdonarse a sí misma en primer lugar, y tener la certeza de que no te arrepientes absolutamente de nada, y sin más, le perdoné, porque involuntariamente pensé en él cuando lo leí.

Pero para mi sorpresa no me sentía más cerca de del éxito ni mucho menos, con lo qué pensé que tal vez no tenia que perdonarle a él por hacerme nada que fue lo único que me hizo. Si no que me tenía que perdonar a mi misma por dejar que él me tratara como lo hizo, por dejarme llevar y decir cosas que nunca diría, por no comportarme como creía que era correcto, por mi estupidez que todavía hacía que me hirviera la sangre cada vez que pensaba en la vergüenza que me hace sentir recordarlo. Y estaba completamente decidida a perdonarme a mí también, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Y me miró como diciendo “¿Qué haces? ¿Por qué bailas así?” y yo le conteste sin escuchar su pregunta que era el baile anti-erección y él se rió, y yo me reí, y no sé qué pasó después pero me ofreció un cigarrillo y yo le pregunte que a quién se lo había robado, aparte de por desconfiada, porqué recordaba que odiaba que fumase, y ahí me di cuenta de que las personas cambian. Luego pensado que todo el mundo tiene la mínima idea de lo que pasa por mi cabeza le pregunté que si era para hacer las paces, y me dolió que no se acordará porqué íbamos a tener que hacer las paces, y me permití perdonarme a mi misma mientras me fumaba su cigarro y luego le sonreí, porque estaba en paz con mi yo de la basura, y le ofrecí una mano y bailé con un montón de bolsas de plástico llenas de latas grasientamente vacías y cascaras de plátano.
Y bailamos el baile anti-sexual para la promesa y brindé con el pasado por haberme hecho como era en ese momento y mientras el cava desbordaba nuestras copas de cáliz me prometí ser siempre lo más cercano a esa felicidad que sentí.

Por eso realmente no me duele del todo que hayan terminado, porque comprendo que todo viene y va y que para sobrevivir al paso del tiempo hay que conseguir estar en paz con las personas que han hecho que seas como eres cuando eres feliz.