jueves, 11 de abril de 2013

Malos despertares. Fernando

Hoy ha venido a saludarnos a mis compañeros y a mi el profesor que teníamos en segundo de primaria y aun  no me creo que hayamos vuelto a coincidir después de tantos años, era un hombre viejo, el típico que odian los padres pero que los niños le cogen cariño, en fin y al cabo es el hombre que me enseño a leer y a escribir. Ha sido agradable aun que he pasado mucha vergüenza, me ha impactado su cara, era completamente distinto a como lo recordaba pero a pesar de que sea un viejete me ha gustado verlo, me ha dado la sensación de que seguía siendo la niña que era entonces, la que siempre estaba sonriendo, una niña tan simpática y habladora, vergonzosa eso si, no le gustaba que la gente le quisiera, que le dieran besos ni que le abrazaran, le gustaba pintarse los labios para sentirse mayor hasta que la veía alguien y se daba cuenta de la tontería que acababa de hacer y se los limpiaba, una niña con una imaginación sin limites, muy vaga, una niña que lloraba si sus amigos mataban a un saltamontes, que no dejaba que Fernando hiciera una hora a la semana de relajación con música clásica por que le recordaba a su abuelito, muy llorica la verdad, todo el mundo se reía con ella, aunque seguramente a veces pensaran que no estaba bien de la cabeza, una niña que se llevaba bien con todo el que la conocía, que no odiaba a nadie, alejada del rencor, de los celos y del dolor, nada le importaba, era feliz siendo ella misma, con su sonrisa y sus ganas de no esconderla.
Me alegra saber que después de ocho años sigo siendo la misma, y eso no quiere decir que no haya cambiado, que lo he echo tanto por fuera como por dentro y aun así sigo siendo la misma.

-¿Ya sabes leer?- me ha preguntado.

Yo he sonreído y he asentido.

Por todas esas veces que nos tomamos el flúor como si fueran chupitos, por los viernes por la tarde y los documentales de animales, por todas las veces que no te daba la gana hacer clase y nos mandabas ordenar la biblioteca, por las clases de plástica que duraban un día entero, por las veces que me quede hasta las dos haciendo copias, por no vigilar en los patios, por que contigo no solo aprendí a leer y a escribir (por que de matemáticas no tenias ni idea), contigo aprendí a reír y a ser feliz siendo yo misma, Gracias.

No fuiste un buen profesor en cuanto a materias, pero siempre te recordaré por formar parte de uno de los mejores momentos de mi vida y por hacer que solo recuerde lo bueno de esos tiempos.

Gracias Fernando. Cuídate. 

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